El centro es tratado por varios autores en sus publicaciones como Narciso Climent, Ana Gómez Díaz-Franzón y Manuel Barbadillo, entre otros. Es muy destacable la investigación inédita que la profesora del centro Mariuca Cano Olivera realizó en el 2015 y quedó depositado en la biblioteca del instituto[1].
A principios del siglo XX, el alcalde D. Leopoldo del Prado Ruiz, dispone que se donen terrenos, a aristócratas y burgueses con el fin de construir a pie de playa, palacetes a modo de hoteles privados. Favorece así a la alta burguesía a establecer algo por lo que nuestra ciudad será conocida en los siguientes años, el veraneo (Cano, 2015).
El Marqués de Villamarta, D. Diego Dávila y Agreda, mandará construir su casa veraniega en la zona llamada Cerro Falón, sobre terrenos de antiguos navazos.
El edificio es una muestra soberbia del Historicismo de principios del XX, recuperado en su totalidad a finales de los 80, cuando se depuran los añadidos posteriores. Está protegido con categoría “Global” según consta en documento de Urbanismo (Plan Especial de Protección).
Proyectado en varios módulos, el edificio es una obra de ladrillo revocado en blanco con cubiertas de tres y cuatro aguas vidriadas en blanco y azul. Lo precede un jardín de estilo francés y una verja de hierro colado. En sus alzados aparecen elementos neomudéjares: ventanas geminales enmarcadas en alfiz; y neoplaterescos: arcos peraltados, roleos, cuernos de la abundancia, grutescos y escudos. Existe también un habitáculo secundario, destinado a los servicios de la casa (Gómez, 2011: 323).
Fue propiedad del Marqués de Villamarta hasta su muerte, en 1933. Después sus herederos lo venden a La Sección Femenina de La Falange Española del Movimiento, en régimen de Escuela de Patronato (Gómez, 2011: 320), un internado que recibe el nombre de Estación Preventiva Mª Luisa Terry, popularmente “El Preventorio”. En esta época se modifica parte de la estructura del edificio añadiendo un módulo en su lado norte.
Con la recuperación del país, el centro empieza a prestigiarse y dado los servicios que se ofrecían, además de una enseñanza reglada, fue muy solicitado por las familias de clase media. Exclusivamente femenino, ofrece una triple vía: Internado, seminternado y campamento de verano. Pasó a ser Centro Escolar María Luisa Terry. Los sanluqueños empiezan a simplificar y de Preventorio pasaron a llamarle “El Terry”.
En el año 1951 El Arzobispado de Sevilla le concede la categoría de oratorio semipúblico con dependencia de la Parroquia de Sto. Domingo y atendido por capuchinos. En el 62 se adquiere la categoría de capilla con el fin de mantener el sagrario permanente. Allí se celebraron comuniones y bodas de profesoras (Cano, 2015: 7).
A partir del año 1970 el centro se adapta al régimen de Funcionarios Nacionales, debido a la Reforma Educativa Villar Palasí[2]. La democracia aporta un aire renovado al ideario del centro, sumándose al desarrollo que la ciudad experimenta en estos años en materia educativa. “Desde la década de los 70 en el terreno de las ciencias comenzó a considerarse y a tomar, paulatinamente, cada vez más relieve el enfoque interdisciplinario de los saberes” (Climent, 2016: 677). Las actividades se hacen más participativas, científicas y pedagógicas. En el año 1976 el Centro Público María Luisa Terry matricula niños por primera vez.
En el 1975 el edificio es cedido a la Delegación de Educación y Ciencias de Cádiz por un periodo de 100 años. En el 78/79 se construye un nuevo edificio en las pistas deportivas. En 1980, con la LOE, se redacta el Estatuto Regulador del C.P. Mª Luisa Terry, con un ideario progresista, participativo y constructivista (Cano, 201: 16).
En 1989 La Junta de Andalucía, con D. José Rodríguez de la Borbolla al frente, costea la restauración integral del edificio, recuperándose su forma original. Ya se ubicaron de forma estudiada una serie de elementos en, lo que podríamos llamar, un primer intento de musealización.
En 1998 el centro pasa a ser un instituto de secundaria y cambia su nombre por el de IES San Lucas. El cambio se acordó en claustro y fue motivado por el deseo de renovación del equipo docente que consideró el nombre anterior demasiado vinculado al régimen franquista.
El transcurrir de su historia ha dejado un legado de valiosos bienes muebles, como la colección de pintura que se expone en la escalera principal, perteneciente a autores como Ceballos, Maireles, Valrod, Kalima, Pérez Valencia, Marmolejo, Jaurrieta, Rodríguez Reina, Cristóbal Mancha, Salgado etc. Algunas piezas escultóricas y la magnífica muestra de azulejos completan el tesoro artístico
No menos interesantes son los objetos que nos cuentan las distintas facetas de su andadura en la Historia: estufas, balanzas, máquinas de coser, proyectores, instrumentos musicales, trofeos, aparatos de gimnasia, herramientas. Lástima que, como suele ocurrir, la falta de espacio y el excesivo afán por el orden y la limpieza hayan hecho desaparecer muchos de ellos.
Junto a todo esto, existe un importante fondo bibliográfico que está siendo catalogado y ordenado. No podemos olvidar la interesante obra que la profesora Mariuca Cano elabora para el área de Ciencias Sociales, “Bienve en Sanlúcar”, en la que, mediante un método deductivo, introduce temas universales a través de tópicos locales. Este material didáctico se publicó, financiado por la entonces Caja de Ahorros de Jerez, y se utilizó como material de aula.
Por último, mencionar el material gráfico, desde las estéticamente apreciadas fotos en blanco y negro de los sesenta hasta las coloristas de nuestro presente.
Ante la contemplación de todos estos elementos se aviva en nosotros una inquietud por tejer, a partir de ellos, una parte de la historia que nos implica a todos. A estas alturas entendemos, por tanto, que nuestras escuelas “no son simples espacios neutros en los que se vacía mecánicamente la educación formal, sino escenarios con una definida semántica cultural que educa silenciosamente” (Escolano, 2010: 4).
[1] Esta investigación es una ampliación de un artículo de la misma autora. CANO OLIVERA, Mariuca (2003): “Avda. Villamarta”. En Sanlúcar de Barrameda, nº 39. Sanlúcar de Barrameda: Santa Teresa.
[2] Ley 14/1970, de 4 de agosto, General de Educación y Financiamiento de la Reforma Educativa impulsada por José Luis Villar Palasí, ministro español de Educación.