Conscientes de toda esta riqueza, nos embarcamos en este proyecto. Aunque parezca paradójico, un museo escolar es un arma contra la nostalgia porque revitaliza todo aquello que ha generado nuestro presente.
Citando a la profesora de la Universidad de Sevilla María Dolores Ruiz de Lacanal:
“Si hemos partido de la construcción de la estima de bienes de interés personal y familiar, pasando por el interés de elementos que eran dignos de saberse y conservarse; bien podemos seguir reflexionando para ver cómo se construye en un proceso complejo los valores sociales” (Ruíz de Lacanal, 2014: 121).
Iniciamos nuestro proyecto con un objetivo general:
- Rescatar, dotar de significación y reubicar material escolar antiguo perteneciente al instituto o a su entorno y convertir su conjunto en un instrumento de aprendizaje.
A partir de este objetivo general trazamos otros que cito a continuación:
- Fortalecer la cultura y los valores de la ciudadanía, mostrando los bienes patrimoniales de la escuela como testimonio riguroso de la realidad presente y pasada.
- Desarrollar las posibilidades didácticas de la museística y su función estética.
- Dirigir al alumnado en un aprendizaje deductivo, de lo particular (el objeto) a lo general (la Historia).
- Elaborar un guion narrativo de la historia del instituto a partir del valor simbólico de los objetos.
- Ofrecer un puente entre pasado y presente. Revivir emociones.
- Conjugar distintos procedimientos de aprendizaje con el propósito de lograr un enfoque creativo y viable para la enseñanza del patrimonio educativo en el aula.
Con estos objetivos, hemos emprendido un camino de investigación complejo, en el que hemos tenido que recurrir a la teoría, a la historia y los conceptos, a la par, que se ha tenido que conocer un gran listado de casos de referencia. De manera que se han conocido multitud de museos escolares en centros de enseñanza de diferente escala: Educación Infantil, Educación Secundaria, Educación Secundaria, lo que, en la tesis, supone más de un capítulo.
Además, el proyecto cuenta con un cuerpo bibliográfico importante, que permite trazar los fundamentos. Como referencia, se ha consultado una amplia bibliografía en el campo de la Museología, la Historia de la Educación, la Historia de la Conservación y Restauración de Bienes Culturales o Turismo y Difusión del Patrimonio. Asimismo hemos participado en el Encuentro Nacional de Museos Pedagógicos que el profesor Dr. Pablo Álvarez Domínguez ha dirigido en Sevilla[1]
Queremos acercarnos a la idea de museo de tercera generación, que provoque la interacción en los visitantes, con profesores, alumnos y familiares y ofrezca múltiples caminos para elaborar conclusiones propias. Para ello queremos elaborar herramientas de distinta naturaleza: pasivos tradicionales (paneles), pasivos TICs. (vídeos, códigos Qr), activos tradicionales (fichas) y activos TICs. (juegos interactivos, realidad aumentada).
Ya en los primeros meses del curso la directiva nos concede el semi-sótano como sede física. Se trata de un espacio que estaba destinado a almacén, con algún nivel de deterioro, debido a la humedad y al abandono. Se accede a él a través de una de las aulas del edificio antiguo. Dividido en tres zonas, cuenta con luz natural, gracias a una serie de pequeñas ventanas que dan al exterior. Las primeras semanas de trabajo fueron dedicadas al desalojo y limpieza, efectuado por el propio equipo de trabajo. Posteriormente, se llevó a cabo una restauración de las paredes a cargo de profesional externo, reparación financiada por el centro. Tras esta primera fase, se comienza el planteamiento del futuro museo, a partir de los pocos medios con los que se cuentan.
Todo el proyecto se ha trabajado en dibujos y en planos digitales. En él, hacemos una diferenciación conceptual de los espacios. El primero (33 m2) presentaría una isla central que dirigiría al visitante en una dirección determinada. Esta isla presentaría una serie de vanos en donde irían colocados expositores que albergarán objetos y maquetas. A lo largo de las paredes se colocarán paneles explicativos o con fotografías.
En el siguiente habitáculo, el más pequeño (8,10 m2), está prevista una recreación de un aula antigua. Tenemos muy pocos elementos originales, pero se trata de crear una ambientación a partir de unos pocos motivos.
El tercer espacio, el mediano (14,25 m2), albergaría una sala de audiovisuales así con el fondo documental y bibliográfico. Terminaría la visita con otra serie de expositores hasta la salida.
Fuimos conscientes de que la consecución de este plan necesitaba de un largo plazo, pero era preciso empezar a partir de lo poco con lo que contábamos así que, ya durante el primer año del proyecto empezamos a montar el museo.
Todo proyecto de investigación, si pretende ser eficaz, ha de determinar, a priori la metodología. El primer paso requiere un esfuerzo organizativo. Adaptarse a la propia realidad del equipo investigador, que forman parte de la cotidianeidad de un colegio.
En este sentido, durante los dos años de vigencia del proyecto, se ha realizado un gran esfuerzo en la organización para poder implicar a todos los miembros de la comunidad educativa.
Otro problema es definir y acotar todo aquello que forme parte de nuestro museo, todo aquello a lo que podemos darle la calificación de patrimonio educativo. En cuanto al patrimonio material estarían el edificio, la biblioteca, laboratorios de Ciencias Naturales y Física y Química, huerto y jardín botánico. También hay que valorar y musealizar los mapas, globos terráqueos, mobiliario, cuadros y grabados, fotografías, materiales elaborados por los alumnos.
Sobre estos objetos hay que trazar un plan de actuación que pase por la detección, conservación, recuperación, inventariado, documentación, exhibición, investigación, difusión y dinamización.
“Los Museos de Pedagogía, Enseñanza y Educación no deben concebirse y organizarse como meros lugares para la contemplación u observación pasiva por parte de sus visitantes, sino como escenario para su desarrollo educativo por medio de actividades y situaciones educativas que propicien una interacción lúdica, una exploración creativa, una experimentación dirigida, etc.” (Álvarez, 2011: 5).
Si profundizamos un poco más, podemos contemplar elementos como: tradiciones y expresiones orales, canciones, festividades relacionadas con la institución escolar, juegos, teatros, distribución de pupitres melodías para el aprendizaje, objetos simbólicos, castigos, etc.
Queremos extraer los testimonios más significativos de cada época y agruparlos en conceptos e ideas. Para ello, hemos diseñado un sistema de entrevistas que recopilaremos en forma de vídeos. Por último, elaborar de fichas de extracción de contenidos.
Nuestro museo no debe incurrir en el modelo antiguo restringido y elitista, basado sólo en la materialidad. Queremos dar espacio al patrimonio inmaterial, tan rico en un centro educativo. Para ello debemos recurrir a los mayores. La memoria es el principal instrumento de la historia oral. Hemos localizado a muchos protagonistas y hemos compartido con ellos nuestra idea, encontrando el entusiasmo unánime en todos ellos. Hemos hallado un discurso optimista por encima de las circunstancias, a veces duras, en la que se sitúan sus recuerdos. “Es la “villa” instituida de quienes, con pluma y tinta negra sobre viejos pupitres, plasmaban en papel amarillo las historias de las mayores aspiraciones para la vida” (Álvarez, 2011: 2).
[1] Encuentro Nacional “MUSEOS PEDAGÓGICOS EN ESPAÑA: ENTRE LA MEMORIA Y LA CREATIVIDAD” Dirección: Prof. Dr. Pablo Álvarez Domínguez. Sevilla, 23 de marzo de 2017 Facultad de CC. de la Educación.